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Día de la Dramaturgia y el Teatro Cubano del Exilio (Una breve declaración o manifiesto)

Día de la Dramaturgia y el Teatro Cubano del Exilio (Una breve declaración o manifiesto)

Foto: ‘Alguna cosita que alivie el sufrir’ (A Little Something to Ease the Pain) de René R. Alomá, producción de Teatro Avante, bajo la dirección de Mario Ernesto Sánchez.

por Maricel Mayor Marsán

Desde hace ocho años se celebra cada 30 de mayo el Día de la Dramaturgia y el Teatro Cubano del Exilio en la sala teatral Artefactus o Teatro del Fin del Mundo, como se le conoce en Miami, para destacar y felicitar a diversas figuras de las artes escénicas en este significativo evento, invitando a dramaturgos, actores y directores teatrales cubanos que desde el exilio llevan a cabo su obra y así lograr una relación de contacto y reconocimiento.
Se escogió esta fecha en particular porque el 30 de mayo de 2011 falleció el profesor, investigador y crítico teatral cubano José A. Escarpanter, quien se dedicó por décadas al análisis de la dramaturgia cubana y, en especial, a todo lo relacionado con la dramaturgia cubana del exilio desde su cátedra en Auburn University en Alabama, dejando un corpus de estudio de dicho teatro para guía de futuras generaciones o personas interesadas en el tema. También, de manera simultánea, siempre se han sumado otros homenajes al teatro cubano del exilio en otras ciudades de los EE.UU. y en otros países.
Dos dramaturgos cubanos, Pedro Monge Rafuls, fundador y director del conocido Proyecto Cultural y Teatral OLLANTAY en Nueva York, y Eddy Díaz Souza, fundador y director del Proyecto Cultural y Teatral ARTEFACTUS en Miami, decidieron unir esfuerzos y emprender esta celebración o reconocimiento anual que recuerda el trabajo de todos los artistas del teatro, así como la memoria de este gran estudioso de la producción teatral cubana del exilio porque como dice la famosa frase del apóstol cubano José Martí “HONRAR HONRA”. Por tanto, aprovecho la oportunidad para hacer un merecido reconocimiento a la labor meritoria de estos dos excelentes dramaturgos y gestores culturales que, más allá de su propia obra y actividades respectivas, sacan adelante la obra de terceros y tienen la mente abierta para rescatar y enaltecer a otros.
Para cualquier profesional de las tablas, hacer teatro fuera de Cuba es un verdadero desafío si eres exiliado. En particular, en los Estados Unidos, la tarea se torna más difícil por el tema del idioma. Hacer teatro en español en un país donde la mayor parte de la población habla inglés te reduce a priori las posibilidades de llegar a todos los segmentos de la población, a menos de que la obra se haya escrito en inglés, o se haya traducido a este idioma, y, de paso, haya logrado cierto reconocimiento a nivel nacional como en el caso del actor y dramaturgo cubanoamericano Nilo Cruz, ganador del Premio Pulitzer en 2003 por su obra Anna in the Tropics (Ana en el trópico).
Teniendo este detalle en mente, los dramaturgos y artistas hispanos que viven en esta nación, por lo general, cuando llevan a cabo una puesta en escena, suelen montar las obras en español y dirigen sus esfuerzos hacia las comunidades hispanas. En el caso de los dramaturgos y artistas cubanos exiliados, los montajes y esfuerzos promocionales suelen dirigirse a la comunidad cubana exiliada en particular, salvo en aquellas circunstancias donde los actores, dramaturgos, técnicos, directores y productores teatrales cubanos exiliados se han movido en una dirección pan-hispánica, trabajando con otros grupos o cubriendo temas que pueden resultar de interés a otras comunidades, como es la trayectoria del propio Pedro Monge Rafuls, quien llevó a cabo, por décadas, una labor extraordinaria en la ciudad de Nueva York con diversas comunidades latinas que lo llevaron a recibir el Very Special Arts Award, en la categoría “Artist of New York”, concedido por el prestigioso Kennedy Arts Center, de Washington, D.C. en 1990, entre otros múltiples reconocimientos que ha recibido a través de los años. Asimismo, el dramaturgo Eddy Díaz Souza también ha llevado a cabo una labor similar de promoción cultural en Miami desde el año 2008, incluyendo a diversos artistas del teatro en todas sus facetas, edades y géneros, favoreciendo a las artes escénicas de la ciudad con interesantes proyectos donde ha involucrado a todos los grupos hispanos que conforman la comunidad del sur de la Florida. Por toda esta labor, en el año 2015 obtuvo el premio Knight Arts Challenge con el programa MiniTeatro, de apreciación artística para niños.
La actividad teatral en el exilio cubano comenzó, desde los primeros años de la década de los sesenta, con la salida de Cuba de diversas figuras de renombre en el ámbito teatral como el actor y dramaturgo Julio Matas, director de escena del Teatro Nacional de Cuba (1960-1965) y director del Teatro Lírico Nacional (1962-1964), y el famoso escritor y dramaturgo Matías Montes Huidobro, quienes prefirieron marchar al exilio y enfrentarse a las dificultades que implica ser exiliado, antes que supeditar sus textos dramáticos a los dictámenes del nuevo régimen establecido en la Isla. Son muchos los profesionales de las artes escénicas que se han marchado de Cuba y se han incorporado al exilio a lo largo de los años, sumándose a un éxodo que ya cuenta con más de seis décadas. Figuras tan importantes de la dramaturgia cubana como José Triana, quien se destacó internacionalmente con su obra teatral La noche de los asesinos; Marcos Miranda, quien participó con gran éxito, como actor, guionista, dramaturgo y director, en el teatro y en la televisión cubana con el famoso programa infantil Tía Tata Cuenta Cuentos; y Karla Barro De Vent Du Mois, escritora, guionista, dramaturga y directora teatral, quien obtuvo innumerables premios y reconocimientos por sus obras teatrales como Aventuras del Viejo Guiñol, marcharon al exilio en los años ochenta. Otras generaciones de actores y dramaturgos más jóvenes se han sumado al exilio en las décadas subsiguientes por las mismas razones, siempre a riesgo de diezmar sus posibilidades de reconocimiento y convertirse en un paria de la nación donde nacieron.
En mi caso personal, comencé a escribir y a publicar desde la década de los setenta en los géneros de poesía, ensayo y narrativa. El teatro llegó más tarde. Me interesé en la dramaturgia a partir del nuevo milenio. Me interesan los temas relacionados a la mujer y a la vida de los latinos en los Estados Unidos, incluyendo la experiencia de los cubanos. Pertenezco a una generación que no se vinculó a la escritura o a las artes escénicas dentro de la Isla y comenzó su carrera literaria después de adulta en este país. Además, me interesa conocer la obra de otros dramaturgos cubanos que me precedieron y la de mis contemporáneos. Por esa razón, siempre he favorecido la publicación de muchos autores cubanos en una sección dedicada al teatro en la Revista Literaria Baquiana, la cual dirijo desde hace más de veinte años.
El teatro siempre ha estado presente en la vida de los cubanos exiliados, de una manera u otra, para reír, para llorar, para entretener o para reflexionar. Las dificultades siempre han estado presentes, como la escasez de fondos, pero la libertad creativa es evidente. Ejemplo de ello es esta jornada digital que, pese a la pandemia del Covid-19 y la situación de aislamiento imperante en el mundo, nos une a través de las redes sociales.
Con una variedad extensa de criterios, intenciones y temas, nuestros dramaturgos siempre han logrado dar rienda suelta a sus imaginarios respectivos. Un ejemplo de este fluir constante de ideas, proyectos y esfuerzos en este sentido son todos los congresos, festivales, espacios y grupos teatrales que han sido creados por exiliados cubanos en este país en los últimos sesenta y un años, al igual que en otras latitudes geográficas como Europa y América Latina.
Para concluir, me gustaría agradecer esta invitación a todos los involucrados en la organización del evento, extender mis felicitaciones a todos los colegas participantes en el mismo y exhortar al público a que apoye la labor de todos aquellos actores, directores y dramaturgos cubanos que se dedican a las artes escénicas en el exilio y la diáspora, asistiendo al teatro y haciendo de esta práctica algo habitual. Esa es la mejor manera de apoyar a todos aquellos que nos dedicamos a darle vida a este género literario tan necesario e importante. Por ahora, debemos cuidarnos y esperar a que lleguen tiempos mejores que nos permitan reunirnos en una sala teatral para dichos efectos.
¡Hasta pronto!

‘Ana en el Trópico’, obra de Nilo Cruz, estrenada por Hispanic Theater Gild en enero de 2008. En la foto, los actores cubanos, Raúl Durán y Gretel Trujillo.

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