Artefactus Cultural Project

Eddy Díaz Souza. El Príncipe y el mar.

Eddy Díaz Souza. El Príncipe y el mar.

CubiertaPyMarEddy Díaz Souza. El Príncipe y el mar.
Ilustraciones Esperanza Vallejo. Bogotá: Panamericana Editorial, 2013.

Francisca Zaragoza Canales
Universidad de Málaga

Artículo publicado en la Revista Internacional Digilec, número 1, 2014.
Disponible en: http://digilec.udc.es/numero-1.html

La literatura infantil y juvenil, especialmente la narrativa, ha experimentado en los últimos años un considerable avance en la creación y edición, así como en la crítica y reconocimiento de su estatus y sus valores educativos y estéticos; sin embargo, el teatro infantil y juvenil se ha quedado rezagado y sigue siendo aún el menos cultivado, editado y conocido dentro de la producción de obras destinadas a los más jóvenes. Las razones que se esgrimen para explicar el escaso interés por este género, especialmente en España y en los países latinoamericanos, son múltiples y de muy diversa índole; no podemos detenernos aquí en ello, pero sí vamos a destacar el discutible lugar común de que dichas obras no poseen la calidad ni el nivel que sería deseable para el público al que van dirigidas. Sobre esto la conocida investigadora Isabel Tejerina, apunta en su artículo “Luces y sombras sobre el teatro infantil” que “no justifican en absoluto la marginación que padece. Porque al lado de una literatura que casi no merece tal nombre, piezas de ocasión sin ningún respeto al niño, existen obras dramáticas infantiles dignas que merecen ser conocidas” (2000, p. 102).
Si nos centramos en el ámbito hispanoamericano, sobre todos en países como Cuba, Argentina, Venezuela, Brasil o Colombia, en las últimas décadas se ha ampliado la nómina de autores y autoras que se dirigen al público infantil y juvenil con obras que tratan temas próximos a la realidad actual y reflejan los problemas de estas sociedades con gran calidad literaria, sensibilidad e imaginación.
Uno de los autores y directores de teatro hispanoamericano que han marcado un nuevo camino a la dramaturgia para la infancia y la adolescencia, es sin duda el cubano
Eddy Díaz Souza (Jaruco, Cuba, 1965), autor de la obra de teatro El príncipe y el mar, publicada en Bogotá (Colombia) por Panamerica Editorial y bellamente ilustrada por la artista colombiana Esperanza Vallejo, excelente y reconocida ilustradora de libros infantiles, con imágenes surrealistas llenas de imaginación y colorido que complementan perfectamente los motivos de la obra y el desarrollo de sus acontecimientos.
Díaz Souza es un autor de literatura infantil y juvenil, gran conocedor del teatro hispano, y con una larga trayectoria y polifacética labor: inició su actividad de creación desde muy joven, tanto en la narrativa como en el teatro, con significativos reconocimientos. Estudió en la Escuela Nacional de Instructores de Arte de la Habana, especialidad de Teatro y en 1984, recibió una mención de narrativa del Concurso UNEAC y en dramaturgia el Premio Encuentro Nacional de talleres literarios, Cuba, 1986, por la obra De porqué la oruga se fue a la guerra, con la que obtuvo un gran éxito de público y crítica. Tras instalarse en 1991 en Caracas, desarrolló una fecunda carrera teatral y fundó el Centro de investigación de apoyo a las artes escénicas para niños CentroMolinosy el boletín digital sobre teatro para niños Teatrín Viajero. Entre otros títulos de su creación teatral figuran Alas de primavera (Premio de Dramaturgia para Niños 1998, Caracas, Venezuela), y Los fantasmas del rey Redondo (Premio de Dramaturgia para Niños 2000, Caracas) y Algo cayó del cielo (2007). También hay que destacar dentro de sus libros de narrativa Cuentos de brujas por el que obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil La Edad de Oro 1989, en Cuba, compartido con El país de dragones de Daína Chaviano, así como la obra Bernardino Soñador y la cafetera mágica (Premio Fundarte de Literatura Infantil, en 1992).
En 2008 se traslada a los Estados Unidos y en Miami funda y dirige la organización Artefactus Cultural Project, con la que estrena en 2013 su espectáculo teatral para niños El caso de la luna.

Ilu.Esperanza Vallejo.
Ilu.Esperanza Vallejo.

El príncipe y el mar, gira en torno a un sueño, el que tiene el protagonista, el príncipe Mariano, un niño enfermo que ansía liberarse de la sobreprotección que su madre la reina Petra, con el consentimiento del mangoneado padre, el rey Eutimio, ejerce sobre él, manteniéndolo confinado entre las paredes del castillo, por lo que ansía y sueña con ver el mar y convertirse algún día en capitán de barco; sólo podrá contar para ello con la ayuda y la comprensión de la abuela Ángela, la reina madre.
En esta obra, el autor nos presenta una historia en la que predominan, el humor, la fantasía y la imaginación con algunas pinceladas del teatro del absurdo. Una propuesta en la que da muestra de un gran dominio del tempo escénico y los recursos de la escena y que logra captar la atención de los lectores mediante un arranque en la primera escena tan divertido como inquietante.
La obra, estructurada en cuatro escenas, avanza con un ritmo trepidante y nos va dando a conocer a los principales personajes en el momento oportuno; cada una de ellas obedece a una situación y a un tipo de conflicto supeditados al principal: la lucha de poder entre dos bandos, el de los padres que se debaten entre la responsabilidad y el amor que asfixia y el ansia de libertad y de lograr sus sueños que se identifica con el deseo del niño de conocer el mar y el amor liberador de la abuela.
La obra nos traslada al mundo de los cuentos infantiles, en el que aparecen muchos de los elementos de los cuentos tradicionales, y no faltan los personajes “tipo”: los reyes, el príncipe, el hada buena, personificadas en el papel de la abuela, el guardia de palacio y el personaje central, el héroe: en este caso el príncipe de la casa, Mariano, débil y marginado, que se siente y es tratado de forma diferente a los demás niños, y con el que muchos niños podrían identificarse ya que tiene que superar pruebas para crecer y desprenderse de la urdimbre familiar a la que está sometido y que le permitirán salir en busca de su sueño: la realización personal de su identidad, y, en definitiva, el viaje iniciático del crecimiento y la madurez . Para ello, solo cuenta con la participación de un ayudante, la abuela Ángela, que le apoyará en su reivindicación y en el desafío contra las normas y el sistema impuesto por los dominantes y autoritarios padres.
Como vemos, al igual que los cuentos populares, como ya planteó Bettelheim (1984) en su libro
Psicoanálisis de los cuentos de Hadas, estas obras teatrales basadas en ellos ayudan al desarrollo psicológico y social del niño, al permitirle enfrentarse de forma simbólica a obstáculos reales, que supera mediante la identificación con el héroe.
Sin embargo, aunque de forma implícita esto está presente en la obra, no sólo se aborda este tema como motivo principal, sino que también parecen temas como los derechos del niño y de los jóvenes a intentar alcanzar sus sueños y realizar un proyecto de vida.

PrincipyMarAunque los personajes de la obra aparecen, como hemos dicho, como “tipos” propios de los cuentos para niños, Díaz Souza, les confiere una visión moderna y peculiar, que se aprecia en muchas de las referencias, citas, alusiones y modismos que emplean, con un lenguaje en el que se mezclan términos y elementos cotidianos de la sociedad actual cercanos a los niños y niñas de hoy. La obra está plagada de peripecias, juegos escénicos, situaciones y diálogos ligeros e hilarantes, cargados de ironía, que destacan sobre todo en la primera escena, entre la reina, soberbia y dominante y el rey adulador y condescendiente. La escena resulta verosímil por el magnífico retrato de los personajes a partir de situaciones convencionales que muestran algunos de los conflictos cotidianos en las familias, resaltados por el ritmo trepidante de la acción. Despliega el autor un lenguaje rico en finos juegos rítmicos, sorprendentes, eficaces e ingeniosos, como, por ejemplo, el juego de palabras “brújula-esdrújulo” y recursos poéticos, llenos de sensibilidad y lirismo a lo largo de la obra, especialmente, en la última escena, con la sorpresa final donde triunfan los sueños.
Introduce el autor a menudo sus recuerdos infantiles y ello se refleja en numerosas referencias del habla popular y los juegos populares infantiles; así cuando en la primera escena aparece referencias a La Jeringonza del fraile, “Ande usted que lo quieren ver bailar, cantar y brincar, volar por los aires…”, típica del cancionero infantil, del siglo XVII, muy extendida por España y los países latinoamericanos, o el uso de poesías y canciones intercaladas de evidente reminiscencia lorquiana.
Díaz Souza, con un buen conocimiento de la psicología infantil y del papel que tienen las historias en la infancia, logra un texto cercano a la competencia de los receptores de edades entre diez y catorce años y muestra cómo se puede crear una obra de teatro para niños alejada de la fácil moralina y que a la vez eduque y divierta. Pero también se dirige a los adultos, ya que el texto puede leerse como una sátira de los conflictos familiares sobre la educación de los hijos y de la necesidad de tolerancia y aceptación por parte de los adultos y como una analogía de los sistemas de poder autoritario, con numerosas referencias al poder, a los aduladores que sostienen el poder, y el miedo a perderlo. Por estos rumbos va el texto dialogando con el niño y el adulto sobre estos asuntos, reflexionando a la vez sobre la vejez, el trato y respeto a los ancianos, la soledad o la libertad de los oprimidos. Tal vez por todo ello el autor la define como una pieza esencialmente cubana aunque trate temas universales.

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