Foto cortesía de Galería El Retablo.
Con motivo de la próxima Feria Internacional del Libro, será relanzado el libro Mito, verdad y retablo: El Guiñol de los hermanos Camejo y Pepe Carril, Premio de Teatrología Rine Leal 2009 de Tablas-Alarcos, de los autores Norge Espinosa y Rubén Darío Salazar. Sirva este comentario crítico de su primera aparición como preámbulo a la futura presentación en La Habana y Matanzas.
Gertrudis Ortiz Carrero (Tula)
UNEAC l 02.07.2013.
Con estas palabras emocionadas y bien sinceras terminó Norge Espinosa su presentación del libro Mito, verdad y retablo: El Guiñol de los hermanos Camejo y Pepe Carril del cual es coautor y que fue presentado en la tarde del domingo 18 de noviembre en la sala teatro fundada por estos artistas en 1963. Y es que ese deseo del poeta, dramaturgo y ensayista, irá cumpliéndose en la medida que día a día la historia sobre artistas, formación de grupos, instituciones, publicaciones que en un tiempo estuvieron preteridas para las nuevas generaciones, se abra paso desde la escritura de autores inteligentes, y desde la perspectiva de la sinceridad histórica. Esa sinceridad histórica y esa escritura inteligente está presente ahora en el volumen, premio Rine Leal de Teatrología de Tablas-Alarcos y que la editorial UNIÓN, en un extraordinarioesfuerzo, publica para beneplácito no sólo de teatristas e investigadores, sino por lo atinado de su factura para cualquier público ávido de conocimiento.
Norge Espinosa y Rubén Darío Salazar han logrado aunar de manera admirable dos historias que se sostienen y complementan: la historia de un momento especial de la vida cubana y la historia de la nostalgia por el nacimiento, desarrollo y pérdida visible de un conjunto de personalidades artísticas cuya talla esencial debe figurar dentro del patrimonio de la cultura cubana como fundadores, como agentes portadores de una naturaleza estética de proporciones destacables en todos los sentidos, se entiende el humano y el artístico. Para Norge Espinosa su devenir debe figurar como el de Wifredo Lam, Alicia y Fernando Alonso, José Lezama Lima, Alejo Carpentier y junto a otros nombres que engrandecen el alcance de la cultura cubana. Después de haber leído las páginas de Mito, verdad y retablo… le doy la razón y creo que con justicia Pelusín del monte, Mascuello y Libélula y otras creaciones de estos artistas deben figurar como personajes que se retomen y pueblen otra vez las ilusiones de espectadores del arte de los titiriteros, lo mismo chicos que grandes. Y llama la atención en ese balance que alcanza el libro que no hay desmesura en los elogios a Carucha, Pepe Camejo y Pepe Carril, sino que desde ejemplos bien precisos se describe el surgimiento de sus aficiones, la lucha por prestigiar su arte a través del trabajo incesante y la búsqueda del perfeccionamiento del mismo, sus avatares y sacrificios, sus éxitos y sus logros, de la misma manera que se explicitan sus dificultades, las características personales, unido a la descripción de la vida convulsa y compleja del país, los errores institucionales y humanos que condujeron al declive de figuras capitales en el arte del manejo del títere como una estética diferenciada y de valor, el balance repito desde la palabra, el adjetivo o el epíteto certero, da al libro consistencia de tesis cuasi académica, sin obviar el terreno que cede felizmente a lo emocional y a la nostalgia. Se celebra como virtud, la documentación aportada, el valor de la gráfica, que refrenda lo dicho como demostrativo de esos aportes, que no son parte de una leyenda, sino que dan fe, testimonio, de hechos que nada ni nadie puede obviar a estas alturas.
Se necesitan libros como éste, en mi accionar como especialista literaria, hace ya muchos años, impartí una conferencia sobre narrativa cubana contemporánea, y por supuesto, porque lo desconocía obvié nombres importantes, un escritor oyente me pidió cuentas por ese olvido, desde mi ignorancia di de seguro una respuesta que no comprometiera mi saber, hoy después de haber participado y leídos las conferencias de El Quinquenio gris , revisitando el término me doy cuenta que el desconocimiento también es crimen, todos necesitamos saber para entender, crecer y estar más comprometidos si se quiere con la esencia de ser cada día más cubanos.
La Historia del teatro en Cuba, ha ganado y con creces, no hay dudas aún existen discípulos y seguidores de las líneas del arte de los Camejo y Pepe Carril, vienen desde estas páginas por la continuidad y la permanencia, irán más allá aún porque la editorial UNIÓN lo ha permitido, porque Norge y Rubén Darío supieron ver en aquellos sueños una realidad que desde ahora se abrirá al arte como un retablo nuevo.