Por Antonio Orlando Rodríguez
Fuente: El Nuevo Herald
De Uruguay llegó al XXV Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami un unipersonal escrito por Julio César Castro (Juceca), dirigido por Carlos Aguilera e interpretado por Nidia Telles. Gracias por todo tiene como protagonista a una viuda de clase media, educada a la antigua y llena frustraciones. Graciela se psicoanalizó durante años para descubrir las causas de su infelicidad, pero eso no le sirvió para entenderse ni para entender un mundo que ha cambiado y ya no es el suyo: un mundo donde «el tiempo dura menos», «las flores vienen sin perfume» y las relaciones de pareja se han complejizado.
El monólogo es un retrato interior –y un ajuste de cuentas– de un personaje que representa a una generación de mujeres educadas para casarse con profesionales de éxito, proteger sus hogares de la contaminación del entorno social y legar a sus hijos los valores religiosos, morales y sociales con que ellas crecieron. Nidia Telles disfruta ejerciendo «el arte de la vivencia» que proponía Stanislavski a sus discípulos, y construye una productiva relación con el público gracias a una segura técnica, pero también a su carisma personal y malicia escénica. Su desempeño es muy superior al texto que defiende, pues, aunque Gracias por todo consigue hilvanar atractivas anécdotas humorísticas y dramáticas, se echa de menos una progresión dramática más consistente y, en especial, un punto de giro que justifique la súbita «reconciliación» de Graciela con su imagen en el espejo del ropero y con todo lo que rechazaba o no entendía. Quizás por ello la explosión de optimismo con que concluye la obra se sienta un tanto forzada.
Con Flores arrancadas a la niebla, el espectáculo que presentó en el Festival el grupo español Albanta, sucede lo contrario. El texto de Arístides Vargas es su primer y más significativo valor: una enigmática parábola sobre dos mujeres obligadas a huir de su país en guerra, que tratan de rehacer sus vidas en el exilio. Dicho así, podría parecer una historia más acerca de conflictos bélicos y desplazados, de vencedores y vencidos. Sin embargo, la riqueza del andamiaje composicional, la complejidad de los personajes y el modo en que el autor juega con el tiempo y la ambigüedad, convierten la obra en algo mucho más ambicioso: una reflexión, entre jocosa y lírica, sobre la vulnerabilidad del individuo en el mundo contemporáneo. A partir del motivo de la flor arrancada de su espacio natural, Vargas realiza una emotiva exploración del drama del exilio, el desarraigo, la fragilidad de la memoria y la dolorosa búsqueda del sentido de pertenencia.
Sobre esta sólida partitura dramatúrgica, el director Pepe Bablé concibió un montaje delicado y transparente, sin trucos efectistas ni estridencias, que privilegia el trabajo actoral y realza el protagonismo de la palabra. (A tal punto, que la escenografía consiste en una gran alfombra sobre la que están escritas frases como «El cuento», «La cuerda» y «La niebla», a partir de las cuales se estructura la obra). Las luces y la banda sonora, diseñadas por el propio Bablé, son instrumentos clave para «colocar» diferentes decorados y elementos de utilería en el espacio escénico desnudo. La poética opción de los trencitos elegida como cierre amplifica las connotaciones del espectáculo cuando el movimiento de los juguetes parece hablarnos, esperanzadoramente, de ciclos, transformaciones y nuevos caminos.
Flores arrancadas a la niebla ofrece a sus dos intérpretes oportunidades de lucimiento que Ángeles Rodríguez y Charo Sabio aprovechan muy bien. Desde el inicio de la representación, las actrices ponen de relieve el contraste de sicologías y temperamentos entre la fotógrafa Aída y la botánica Raquel, y transitan con seguridad tanto por las secuencias que conforman la línea de acción principal como por los breves soliloquios donde las viajeras revelan al espectador sus aristas más íntimas.
Desde diferentes premisas dramatúrgicas y abordajes artísticos, estas dos propuestas del Festival coincidieron en traer a la escena a personajes femeninos contemporáneos y actrices de indudable profesionalismo.