“El teatro es mi medio, mi pasión…”
Por Eddy D. Souza
El 19 de junio de 2008, el tercer jueves del mes, el Instituto Cultural René Ariza dedicó la noche a la lectura dramatizada de El Mayor General hablará de teogonía, pieza de José Triana. Fue en esa oportunidad que dialogué, por primera vez, con Yvonne López Arenal. Aun estando ella sobre las tablas, ya fluía el diálogo, la comunicación… Y mientras Elsiria lustraba las botas del Mayor General, comprendí que la actriz había elaborado su personaje de igual modo: con pulcritud, paciencia y firmeza. Luego, sobrevino el interés por conocer un poco más a Yvonne. Buena parte de los textos en línea que consulté entonces, hacían referencia a su trabajo como actriz de teatro y cine, y también como presidenta del ya mencionado Instituto Cultural. Y entre links y lecturas, descubrí un lado de Yvonne que no me resultaba ya tan familiar: la dramaturga.
Para echar un poco de luz sobre esa zona, hice estas preguntas.
¿Cuándo y por qué surge en Yvonne la necesidad de escribir para el teatro?
Cuando vivía en California un grupo de cubanos fundamos el Cuban American Cultural Institute (CACI), una organización Non Profit de Los Ángeles que desde 1997 se dedicó a reconocer, apoyar, favorecer y financiar proyectos de artistas e intelectuales cubanos —en todas las disciplinas artísticas—, que vivían fuera de la isla. Gran parte de esos esfuerzos fueron dedicados a reconocer la labor de actores, directores y dramaturgos, además de producir proyectos de teatro. El CACI propició la presentación de obras de varios autores, entre ellos: Iván Acosta, Matías Montes Huidobro, Raúl de Cárdenas, Pedro Monge Rafuls y Jorge Trigoura, entre otros.
Fue entonces que, a finales del año 2001, decidí asumir un proyecto, encaminado a abordar mis preocupaciones como artista y como mujer inmigrante. Pero ninguna de las obras que había leído, trataba el tema que yo deseaba. Decidí entonces comenzar a escribir y surgió Gaviotas habaneras.
¿Qué temas has abordado hasta la fecha?
En Gaviotas habaneras (Editorial Alexander Street Press, 2004), mi ópera prima, trato el tema del reencuentro, recreado a través de dos teatristas; allí el teatro aparece como metáfora de integración a la sociedad. El reencuentro entre cubanos es digno de un estudio y quería darle una cualidad diferente en esta obra; verlo a través de los problemas que enfrentan los teatristas hispanos en Estados Unidos, me daba la oportunidad de conectarlos orgánicamente. Reencuentro, integración y teatro hispano.
El teatro es mi medio, mi pasión y los problemas que enfrentamos los teatristas en Estados Unidos son, en gran medida, el reflejo de los problemas de esta sociedad. Aunque me formé en Cuba, esta es hoy mi nueva realidad y quiero opinar sobre ella, sin mentir, con la misma visión crítica que tengo y he tenido sobre la realidad de mi país.
El Reina María (ediciones Baquiana, 2005) es el eterno viaje del inmigrante. La historia narra el paseo a bordo de un barco, donde ocurre un encuentro casual de dos mujeres que fueron actrices en cuba y un actor americano, un rebelde de Hoollywood, que, en irónica contraposición a estas dos mujeres deseosas de triunfar, rechaza la fama y se obsesiona con el comienzo de la guerra de Irak.
La editorial Baquiana me acaba de publicar una segunda pieza teatral: La noche de Eva (2008). La obra es un homenaje a la mujer, una mirada personal sobre la conducta femenina y la condición humana a través de dos curiosas y destacadas mujeres Simone Beavouir y Eva Fréjaville.
Hotel la rusa en Baracoa es una obra inédita que aborda un tema conflictivo: los estragos de la luz y la sombra en el talento de los artistas. La obra habla de los recursos que utilizan los mediocres para lograr desplazar a sus «rivales». La descalificación festinada, la discriminación por la apariencia, el acento, y toda una serie de artimañas utilizadas desde el desempeño de un patético y dañino poder. Como decía Raquel Revuelta «el pequeño poder de los porteros».
Tengo otros textos sin publicar Café Tuluz y Bejucal-La Habana, Manhattan-New York, en los que aún trabajo, pues no estoy conforme con los resultados.
¿Qué elementos recurrentes hayas en tu teatro?
Esas recurrencias que te puedo mencionar son parte de un proceso de búsqueda, por ejemplo: los actores y su mundo, su particularidad… ver la vida a través de quien está interpretando la vida de otro y a la vez creando su propia realidad, esos personajes son una constante en mis obras.
El teatro dentro del teatro o metateatro. Una representación que desencadena otra. Recurso muy utilizado a través del tiempo, pero que me interesa explorarlo desde un punto de vista contemporáneo.
El protagonismo de los personajes femeninos y míticos, preponderantes y dominantes de la situación. En Gaviotas, por ejemplo, es Ochún, una diosa, la que interviene en el destino de un hombre.
La música como recurso dramático, me interesa más que como simple acompañamiento. La música que habla de lo que sienten los personajes, resolviendo el desenlace de una escena o imaginando lo que pudo ser. Esta idea la comencé a trabajar desde 1994, en Los Ángeles, cuando dirigí Réquiem por Yarini, de Carlos Felipe. En aquella puesta, contaba con músicos en vivo. Igualmente en 1999, con La Peregrina de Raúl de Cárdenas, donde la excelente pianista Marta Marchena tuvo la gentiliza de acompañarnos para hacer vivir la pasión y la fuerza de los personajes. En Gaviotas habaneras, se recurrió a autores musicales que tenían una conexión emocional con la gente de mi generación. Procedimiento que desató dentro de la obra la memoria emotiva de los personajes.
Soy una teatrista adoradora del cine, ambos son mis pasiones. Y esa pasión me hace insistir en hacerlos coincidir, sin que un medio traicione al otro. Me gustan las salas experimentales, más bien pequeñas, con la intimidad apropiada para este tipo de juego escénico.
Desde que dirigí la obra sobre «La Avellaneda» de Raúl de Cárdenas y luego en Gaviotas, utilizo elementos de multimedia, pantallas medianas con escenas documentales y de ficción que apoyan la historia o se contraponen, o simplemente reconstruyen lugares imprescindibles, en recorridos que en otras circunstancias sólo serían una mención pasajera.
Sin perder el sentido de lo teatral me gusta utilizar elementos del teatro íntimo, como si la escena fuera a ser vista desde un primer plano de una cámara de cine, demandando naturalidad, de ahí pasar con un rompimiento, a veces irónico, en franco hallazgo de un teatro más espectacular y cercano a otro tipo de búsqueda.
De todos modos creo en la libertad creativa, pienso que debemos estar abiertos, pensar que cada historia tiene sus propias necesidades y que ello determinará qué hacer y cómo hacerlo.
Lo mismo considero de la actuación. En cada caso, el actor debe responder a las particularidades del proyecto que enfrenta y las características del personaje, pero de nuevo alternar el método con un estilo extrovertido y visual me resulta interesante. En general me gustan las actuaciones creíbles, pero con magia, lo verdadero siempre que sea interesante. Si el acontecimiento escénico es orgánico y poderoso, seguro que la obra le llegará más al público.
En fin, me interesa experimentar en la utilización de diferentes disciplinas y lenguajes en función del teatro, no sentirme atada a ninguna «fórmula mágica».
Eres una actriz que hace dramaturgia durante el proceso de construcción del personaje y, además, produces textos propios para ser representados, ¿qué diferencias encuentras entre una y otra dramaturgia?
Cuando trabajo como directora las premisas del autor son lo primero que estudio, este proceso me lleva a crear mi concepción personal de la puesta y me reafirma en la elección de la pieza. La acertada selección del texto es lo primero.
Cuando un personaje es bueno no está escrito en piedra, te lo da todo, tiene dimensiones. Yo trato de ver esa vida oculta que el autor propone y que está detrás de la palabra escrita. Trato de sacarle lo más posible al personaje, para que no se quede en la apariencia.
Cuando se trabaja con un director inteligente, éste propicia el trabajo creativo del equipo. El crear con los actores y no manejar marionetas es importante, indagar juntos en cada acotación, en cada diálogo hasta encontrar lo justo y darle la vida que exige el personaje, y que el autor propuso, enriquece el resultado creativo y la percepción del personaje creado.
La diferencia con mis textos es que soy la escritora y la directora, soy parte del proceso de ensayos, trabajo con mis propias premisas por supuesto. El proceso creativo se impone y lo que vamos descubriendo en los ensayos, a veces, supera lo que he puesto en el papel. Es indudable que la existencia del personaje se puede justificar desde muchos puntos de vista, y que hasta cierto momento la labor del dramaturgo ha imperado. Sin embargo, al interactuar en el proceso de ensayos resulta que un sistema emocional, una acción y una reacción, que produzcan una verdad lógica con el contenido de sus expectativas, dentro de un contexto artístico, debe ser tenido en cuenta, siempre que esté guiado hacia un objetivo común. De cualquier forma, todo lo veo como una dinámica armónica entre el autor, el director y el actor.
Como directora, ¿piensas en algún momento llevar a escena tus obras?
Dirigí Gaviotas habaneras. Se estrenó en el año 2002, en Los Ángeles Theatre Center, un fabuloso complejo teatral de esa ciudad. Ojalá pueda llevar a escena otras obras, pero no deseo que sean solamente las mías.
¿Con cuál de todos tus textos teatrales te identificas más?
Con Gaviotas habaneras. Es una historia con muchos puntos de contacto con los actores de mi generación, está muy conectada a mi vida en los Estados Unidos, aunque no es autobiográfica.
¿Existe una dramaturgia cubana femenina?
Hay una dramaturgia cubana femenina entre la isla y la diáspora, a la que no se la ha prestado toda la atención que merece. Yo no he hecho un estudio como para dar una opinión, pero me han interesado muchas obras de mujeres que he leído. La mirada femenina es sin dudas muy aguda, ojalá se le dedique el espacio y la atención que merece.
¿Alguna historia o tema por abordar?
Tengo varios temas e historias en las que trabajo. Me interesan mucho los temas sociales, los problemas que hoy día nos afectan, cómo repercuten en la familia y en nuestras relaciones, así que familia y sociedad están en mi camino. Trabajo también en una obra inspirada en Amalia Simoni e Ignacio Agramonte, su amor en medio de la complejidad de la guerra y los acontecimientos que les tocó vivir y superar. La obra es una recreación con licencia creativa.
El tema de la vida del artista inmigrante aún no lo he agotado. Siempre hay preguntas nuevas. Su medio, su realización y sobrevivencia me preocupan. Los que vivimos en la diáspora, enfrentamos retos aún más complejos, hay muchas barreras que vencer: cultura, idioma, problemas propios del medio en el que nos desarrollamos, que es tan competitivo. Así que hay tela de dónde cortar.
¿Qué palabra te gusta más? Sólo una.
Valor. Hace falta para todo en esta vida, para aprender a vivir, para seguir adelante y enfrentar nuestros miedos, nuestras frustraciones, nuestros defectos, nuestros errores y hasta nuestros amores.
Miami, octubre 23, 2008